SALOMON

No recordaba haber respirado tan mal en los últimos veinte ciclos. Mi visotrón marcaba una radioactividad tan elevada que hasta los cangrejos se volvían verdes.
Aquí RK1 Smith...
Pronto no encontrarían mas que el registro de mis últimos pensamientos en la memoria que me había regalado Landa.

Intenté recordar los cursillos de adiestramiento para torpes, que con el título de “Supervivencia en un medio hostil”, nos pasaban cada fin de semana por la pantalla estratosférica, que nos rodeaba por todas partes.
“Primero: indagar las causas.
Segundo: determinar el alcance.
Tercero: hacer frente con todos los medios disponibles”.
O sea, salir pitando.
-RK1 llamando a Base, conteste por favor...
"Landa, amor mío, quizá nos encontremos en Salomon".

El iniciador, claro, por qué no lo pensé antes. Debo restablecer los parámetros:
-Mi situación es A4, solicito autorización. Traslado campo de operaciones, RK1 a campo adyacente H5 desocupado. Allá voy.
Se siente un cosquilleo con la desintegración celular. Parece que flotas en una nube de partículas de colores grunge y sabor a silicato amargo, donde no eres mas que un puntito en el macrocosmos. ¿O es el microcosmos?

La visión se recompone por momentos. Apenas recuerdo el último salto. Me llamaron al despacho del Jefe de operaciones:
"–¿Cuál era su misión Smith?, ¿Dónde está su informe?
¿Mi misión? –no dejaba de sorprenderme la pequeñez de su tamaño y la potencia de su voz-. Instalar correctores de rayos gamma, Señor. ¿Mi informe? –seguro que utilizaba un elevador-, figura en los archivos, Señor."
Esta vez sería igual, me dije, mientras, a través del interfono escuchaba, con una estática ruidosa, las nuevas órdenes:
RK1... desplazzzzza... a G5.
Aceptado nuevo emplazamiento.

Mi vida era muy tranquila hasta que encontré a Landa. Bueno, digamos que Landa me encontró a mí. Un bálsamo para mis cansados tejidos a mis setenta y cinco malthusianos años. Landa quizá era un millón de ciclos más joven, jamás lo sabré. Cuando nos abrazamos, sentí en mis cables un cortocircuito de felicidad. La piel se erizaba como una configuración de estrellas en pleno éxtasis. Nunca supe a qué se dedicaba. No importaba.

Mi trabajo carece de sentido desde que la conocí. Ya no me satisface descubrir fugas radiactivas. ¡Rayos y truenos!, sé que en algún lugar se estarán grabando mis pensamientos. En A2 ó en F7, desconozco los parámetros, pero me da absolutamente igual. Todos mis pensamientos son para Landa. También le dedicaría mi larga y fructífera eternidad de autómata de segunda clase si la volviera a encontrar.

Cuando fui programado, yo soñé que vivía. Es como una enfermedad. Soñar. ¡Maldita Landa! ¿Cómo salir de este inmundo agujero? Quizá todos tengan su maldita Landa.

Salomon, Landa, Malthus. Son nombres que ni siquiera un Jefe debería pensar. Son los nombres prohibidos. ¿Cuál es mi nombre? ¿Smith? No debo recordar.

El mundo en el que vivimos es tecnológicamente perfecto. Tres esferas en un espacio interplanetario. No hay atmósfera, ni estrellas ni galaxias. Es el vacío absoluto. Esto es Malthus.

Por su piel externa circula un sistema de tuberías regenerando el aire y la temperatura. En su corazón, los científicos (primera capa social), utilizan un superordenador con capacidad biotécnica para crear vida artificial.

Igor. Es uno de mis padres. Lo recuerdo vagamente. Nosotros los autómatas, "quasi-seres-humanos" (segunda capa social), estamos distribuidos en celdas diferentes. Y Landa está en todas partes.

Ayer-Hoy-Mañana son conceptos que nada significan. Tenemos especificadores de tiempo y lugar relativos. Sabemos la zona en la que estamos, a cuál nos dirigimos, el tiempo que nos queda por llegar al destino.

Mis circuitos son casi perfectos, aunque distingo un pequeño defecto, soy capaz de pensar.
¿Qué pienso? Líneas, nada concreto. "Trabajar-Dormir-No-sentir-nada", son las constantes grabadas en nuestros chips. "Entrañas de metal y marcapasos", todo registrado y olvidado al instante siguiente de suceder.

Los Entes superiores saben que avanzamos y retrocedemos por impulsos magnéticos. Nos tienen completamente controlados. ¿Por qué habría de ser de otra forma? ¿Acaso los autómatas alguna vez han dejado de ser autómatas? Nunca. Crear y derribar líderes es un juego de niños para los que poseen la materia.
"La masa es amorfa. La materia es virgen".

Salomon es la invitación a lo desconocido. Yo, Smith, ínfimo elemento, sin pasiones destructoras o inhibidoras, sueño con entrar en la Pléyade de los Forjadores. Sustituir un Chip por una Neurona. Comunicar los más Sagrados y ocultos Secretos. En otros Estados lo llamarían Revolución. Yo lo llamo Landa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario