CAP 55.- EL SECUESTRO DE RYDER

–Presidente Ryder, ha sido usted asesinado.
Al señor Ryder no le habría sorprendido tanto si lo hubieran atado a una rueda de fuego haciéndole girar mientras el lanzador de un circo ambulante, con un vestido de mallas verdes y con los ojos vendados, le disparara dardos envenenados ante una multitud enfervorizada.
General, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿quiero saber qué ha pasado, qué es lo que ha fallado?, ¿fue la programación temporal?
No, presidente, todo salió según estaba previsto. Pero ocurrió lo impredecible. El factor humano.
Pero, general –el presidente se mesa sus escasos cabellos y contiene a duras penas un furor en progresivo aumento–, para qué está usted en nómina, usted y los miles de soldados que forman ese ejército indestructible del que me he rodeado.
El general Arnoldo deja sobre la mesa del despacho unos diarios del año 2107.
Pensé que quizá le gustaría saber que tuvo un funeral por todo lo alto, con la presencia de los dirigentes del mundo entero. Aunque tampoco se puede decir que haya dejado una huella perdurable.
El presidente pasa por alto el sarcasmo del general, echa un vistazo por encima a los diarios y pregunta por fin.
¿Se sabe quién ha sido? –balbucea en un gemido casi inaudible.
Su querido Axel –responde imperturbable el militar–, viene en los periódicos.
¿Cómo es posible?
De un disparo –se señala en un lugar central entre los ojos de su propia cara.
¿Pero por qué?
¿Realmente quiere saberlo, presidente?
No, no quiero saberlo, es…, es una orden, general.
Mi idea es que se volvió loco.
Se dirige hacia su mesa, se sienta en su sillón, y con la mirada extraviada, mira el pulsador de emergencia.
Quiero que venga aquí inmediatamente la Doctora Indira, y todo el equipo. No mejor no, quiero estar a solas. Déjeme solo General. Necesito pensar qué va a ser de mi Imperio –su primer impulso es apretar el botón de conexión con su secretaria.
No creo que sea lo mejor presidente Ryder –dice al tiempo que le sujeta con firmeza la mano.
Se lo queda mirando asustado, da la impresión que es la primera vez que lo ve.
Quién es usted, ¿es el General Arnoldo?, ¿qué es lo que quiere de mí?
Creo que ya lo va entendiendo Señor Presidente –deja un papel sobre la mesa–, fírmelo y acabaremos cuanto antes. 

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